El
transitar por una calle de cualquier ciudad o pueblo de nuestro país en estos
tiempos, hace que inmediatamente pensemos en la cantidad de trastornos de salud
que puede estar sufriendo el venezolano, ese venezolano de a pie, el que no
tiene “camionetotas” blindadas, ni avionetas para ir a hacer mercado a Curazao
o Aruba; inevitablemente caemos en que nuestra salud mental, física y emocional,
está siendo afectada, vemos como van resurgiendo patologías de todo tipo,
incluso enfermedades que ya se encontraban erradicadas desde hace décadas; todo
se va reflejando en el ámbito laboral, social, familiar y se nota que van
afectando nuestra cotidianidad, el día a día como dirían algunos.
Es
realmente increíble para las personas que no son de aquí, entender que para
“TODO” hay que hacer una cola, vas a un banco y haces cola, en una farmacia haces
cola, a un supermercado y está la cola, vas a hacer pipí en una estación de
servicio en una carretera cualquiera y allí también tienes que hacer cola, sin
embargo lo más triste es que hasta para que entierren a algún ser querido en
los cementerios y capillas velatorias también hay cola.
El
común denominador de la mega crisis en la cual está sumergido el país es ese
“la Cola”; cuando analizamos nuestro entorno social en la actualidad, nos damos
cuenta de que estamos constantemente bombardeados por la negatividad, el factor
económico sin ir muy lejos, en este instante nos tiene a todos contra las
cuerdas, no es bueno generalizar, por lo que mejor diré que la mayoría de los
venezolanos en este momento nos encontramos endeudados y con muy poca capacidad
de pago y adquisición de bienes o servicios, lo cual sin duda alguna afecta y afecta mucho, al
igual que toda una cantidad de factores secundarios que mucha veces no son
tomados en cuenta.
Lo
cierto es que al ver esas súper colas, de madres, padres, abuelos y en muchos
casos familias enteras a la espera de ver lo que consiguen para comprar y comer,
nos damos cuenta del gran fracaso de este gobierno por garantizar algo que es
básico para un país, como lo es la alimentación de sus ciudadanos; esta
situación por ejemplo ha afectado al venezolano de tal forma, que hasta el
comportamiento se ha visto transformado y no para bien precisamente, los focos
de violencia, de agresividad, de malos modales y un sinfín de cosas más, han
aflorado ante la realidad y el desespero por conseguir algún alimento o bien de
primera necesidad.
Caso
aparte merece el aspecto de salud pública que se encuentra en un nivel
desastroso y con el agravante de que el mal gobierno se niega por todas las
formas a aceptar ayuda humanitaria e impide que dicho canal se abra y
organizaciones internacionales acudan en nuestra ayuda; sin duda que es criminal
el modo de actuar de los que se dicen defensores de los derechos de “el Pueblo”,
dejando que ese pueblo que los coloco allí en esos puestos de gobierno se muera
de mengua sin remedio.
Lo
que ocurre a diario en las famosas colas es definitivamente agobiante, si llega
algún producto de primera necesidad a cualquier pequeño abasto incluso, en
medio de empujones, agarrones, gritos, sudor, calor puede suceder de todo,
hasta personas han fallecido y eso es síntoma de que para muchos la
desesperanza de estar inmersos en una cola por comida, estimados lectores, significa
que el pueblo está pasando hambre, no hay otra palabra para describirlo.
Lo sorprendente es que ante la realidad señalada
anteriormente y que ocurre a diario en diferentes ciudades y poblaciones de
nuestro país, tengamos reacciones y declaraciones por parte de los funcionarios
encargados de dirigir lo que debieran ser unas correctas políticas públicas,
que no son para nada cónsonas con lo que se vive, declaraciones o entrevistas en
las que generalmente dan cifras de lo maravilloso que está el país, de todas
las inversiones que ha efectuado el estado en materia social, al igual que en
seguridad, de cómo han disminuido los índices de pobreza, y un largo etcétera,
mientras todos los venezolanos que salimos a la calle cada día sabemos que dichas
afirmaciones son falsas.
Definitivamente
solo podemos decir que esos señores no viven aquí, pareciera que para ellos
estamos en Suiza, Finlandia o Luxemburgo; de igual modo hemos escuchado a otros
voceros del gobierno expresar muy alegremente y afirmado además, que la gente
la pasa “muy bien en las colas” y que las colas son “chéveres y sabrosas”, como
si se tratara de hacer cola para entrar a algún parque temático de Disney World;
nada más lejano de la realidad.
En
lo que respecta a nuestra calidad de vida, inevitablemente podemos afirmar que
el gobierno venezolano, en manos del presidente Maduro y su administración, no
está en capacidad de solventar las necesidades básicas de los venezolanos, me refiero
a cosas primordiales tales como el descanso, la alimentación, la seguridad,
mucho menos la salud o algo tan básico como lo es el sano esparcimiento, lo cual
también nos lleva a pensar en que la expectativa de vida del venezolano ahora
es mucho menor que en años anteriores.
La hiperinflación desbocada que existe en
Venezuela, hace que nadie con un salario normal pueda acceder a los bienes y
servicios necesarios para vivir cómodamente y sin sobresaltos, una pareja joven
por ejemplo, no tiene ni como soñar con adquirir una vivienda propia o un
vehículo, los créditos son impagables para casi todos, o se alimenta a la
familia o se compra una casa o el carro, entonces ¿que decidir?; indudablemente
que apelando al sentido común, nadie duda que se decide alimentar a la familia.
La distorsión en la economía creada en gran
medida por las malas políticas implementadas por este mal gobierno, requiere que
se tomen acciones equilibradas, serias, correctas y que den resultados, a corto
plazo, para poder salir del atolladero en el que nos encontramos, de otro modo
lo que sucederá es algo que quizás no nos imaginamos, así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera R. @raguilera68
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