¡Las campanas de la iglesia están sonando, anunciando que el
año viejo se va, la alegría del año nuevo viene ya, los abrazos se confunden
sin cesar!!
¡Faltan cinco pá las 12 el año va a terminar, me voy
corriendo a mi casa a abrazar a mi Mamá, faltan cinco pá las 12 el año va a
terminar, me voy corriendo a mi casa a abrazar a mi Mamá!!
Algo por lo que casi nunca se pasean quienes aún están en
Venezuela, es el efecto “Familia”, en estas fechas extrañar a los parientes es
lo más difícil para quiénes se van de su país, todo se resume a mantener
conversaciones por WhatsApp, Facetime, Skype o por otros medios digitales para
sentirse cerca, en ocasiones puede producir una gran depresión, sin embargo, es
lo más cercano a estar juntos que existe mientras transcurre esa etapa de
cambio.
La realidad es que los casi 8 millones de Venezolanos que en
este momento estamos fuera de nuestro país natal, es que no lo hemos hecho por
gusto o turismo, nos hemos ido a causa de una feroz hiperinflación
incontrolable por demás, la inseguridad rampante, todo a causa de la pésima
administración de un régimen destructor.
Las oportunidades de algo tan simple como acceder a un crédito
para adquirir una motocicleta no existe, mucho menos para una vivienda, los
empleos para quienes se gradúan en alguna universidad con mucha voluntad son de
muy bajo salario y así la lista continua.
Sin embargo, con mucho esfuerzo, aunque haya costado, en la
Navidad del 2019 gran cantidad de esos 8 millones, hemos luchado a brazo
partido para no permitir que ese régimen Chavo/Madurista nos ahogue la poca o
mucha felicidad que podamos tener, el rescate y esparcimiento de nuestras
tradiciones parece que ha sido el punto más importante de este tiempo.
Las redes sociales han sido testigo de que nuestras hallacas
están regadas por el mundo entero, hechas con el mismo cariño que cuando lo
hacía cada quien en Venezuela, recetas de las abuelas, de generaciones, masa,
onoto, guiso, gaitas, aguinaldos, amor y los recuerdos de lo que millones han
vivido desde siempre, ese es el sabor Venezolano, así somos y seremos siempre
nosotros.
Dentro del universo de lo que significa el éxodo obligado,
no hay duda de que todavía existen personas que se han ido por ejemplo a
Estados Unidos y apenas al estar llegando, ir a hacer mercado o pagar la
gasolina todo les parece divertido o sorprendente, así como cuando ibas de
vacaciones con tus papás, donde pasas algunas semanas fuera de casa y luego
regresas a contar las experiencias; la verdad es que el que se fue en serio,
poco a poco descubre que el café no lo hacen como en tu país, que es como
aguado, no es común una arepita con atún hecha con ternura, pero bueno estás
abierto a experimentar, pruebas dulces y bocados pequeños aquí y allá, te
disfrutas cualquier actividad festiva como Independence Day, Halloween o Acción
de Gracias y la pasas bien, hasta que caes en la cruda realidad de darte cuenta
que ya te fuiste y entonces trabajas o trabajas, no hay de otra el sistema te
absorbe y tienes que ir a ritmo o te quedas atrás.
Lo que nos está tocando vivir a muchos venezolanos, de
verdad es una experiencia de vida, muy dura, por cierto, pero experiencia al
fin, algunos estamos creciendo con ella, aprendiendo a apreciar lo que antes
era desapercibido o común y corriente, aprovechar los momentos en familia,
darnos cuenta que nada dura para siempre y que los hijos se van quizás antes de
tiempo.
Estando fuera con el paso del tiempo logras entender de
manera consciente que ya no estás con tu gente, la de siempre, que tus
costumbres han mutado, de pronto ubicas en la farmacia algunos medicamentos que
para ti son imprescindibles pero que tienen otro nombre, así abres tu mente en
búsqueda de nuevas posibilidades y de pronto una pequeña luz se enciende y
surgen motivos nuevos para sentirte a gusto donde estás.
Eso sí, no vaciles ni por un minuto, siempre seguirás
extrañando a tu familia, si las cosas se hacen bien seguramente te darás cuenta
que tu trabajo te da la estabilidad que tu país te negó tanto y eso te impulsa
a seguir esforzándote; también seguirás en contacto con los tuyos, puede llegar
el momento en que estar fuera es sinónimo de lucha por tus convicciones, por tu
país y también de perseverancia, para que en algún momento si las condiciones
lo ameritan decidas regresar.
Por el momento, sabemos que muchos no volverán, quizás otros
lo hagan en un futuro, pero no debemos estar del todo seguros, los que se van y
establecen, inician una nueva vida con la esperanza y la certeza que en
Venezuela no tuvieron, lo que hace darse cuenta de que la realidad a la que el
Chavismo nos enfrentó nos hizo cambiar, pero nada es para siempre, la pesadilla
acabará y despertaremos a un nuevo amanecer, eso sucederá.
Finalmente siempre es importante saber que nunca se hacen
las cosas solo, siempre hay que agradecer a quienes nos apoyan, es lo correcto,
por lo tanto en ésta la última columna del 2019, quiero extender mi saludo
afectuoso y cordial a mis “AMIGOS” así en mayúsculas, a quienes hacen posible
que otros lean mis opiniones, que no son las mejores pero son; @MIGUELT13, Don
Carlos @carpa1301, los amigos de @DiarioTalCual, @nvenezuela19, @Informe21,
@ElColumnero, @SuNoticiero, @Punto_deCorte, la abuelita @soniasimmons18,
@MiranghMiranda, @LosTubazosPress, José Rubén @lamoscaweb son muchos perdón si
se me olvida alguno, vaya mi cariño y mejores deseos a ellos y sus familias en
este casi final del difícil año que nos ha tocado vivir.
¡Las Campanas de la Iglesia están Sonandoooooooooo!!!!
Así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R. @raguilera68
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