Con el tiempo transcurriendo y la crisis agravándose cada vez más,
ninguna solución parece ser posible para los venezolanos, cuya
disconformidad sobrepasa el poder de dar chance a cualquier otra
posibilidad, que quizás logre la transición tan necesitada.
En días recientes, Juan Guaidó efectuó un llamado a sectores de la
vida nacional, para adelantar un “Pacto Unitario”, que logre el tan
ansiado cambio que muchos esperan, hecho que nos trasladó a lo
sucedido en la quinta “Punto Fijo”, aquel 31 de octubre de 1958,
salvando las respectivas distancias; lamentablemente, las
generaciones actuales sean o no actores políticos, se refieren al
“puntofijismo” de manera peyorativa, sin evaluar que dicho Pacto,
funcionó como un mecanismo que permitió la estabilización del
sistema político venezolano por espacio de cuarenta años.
Tal vez la incorporación de ciudadanos a los que muchos consideran
los mismos de siempre, genera desconfianza en el proceso que urge
realizarse; el padre José Virtuoso, rector de la Universidad Católica
Andrés Bello, el exalcalde del municipio Baruta Gerardo Blyde, el
embajador ante la OEA Gustavo Tarre Briceño, Oscar López, David
Smolansky y la abogada Thays Peñalver, se encargarían de articular
ante la sociedad civil, partidos políticos, venezolanos en el exilio e
intelectuales y académicos venezolanos, las propuestas factibles;
éstas fueron las designaciones efectuadas por Guaidó y de las cuales
la abogada Peñalver declinó casi de inmediato, por razones
personales según informó.
Quizás, así como a Maduro le persigue el estigma de un desastre en
cuanto a la administración de los asuntos públicos se refiere, a Guaidó
también se le destaca la llamada “Opacidad” en todo lo que ha sido el
manejo de los recursos y apoyos de entes internacionales, donaciones
que no se ven, recursos que no se observan con claridad a dónde van
y el mantenimiento de una burocracia de funcionarios en el exterior
que viven muy bien, en contraposición a los millones que viven mal en
Venezuela, ese es un asunto que parece se niegan a corregir dentro
de las filas de lo que se ha llamado el “Gobierno Interino”, por lo tanto
y a nivel de sana sugerencia, deben hacerse ajustes y así lograr el
clima necesario para avanzar en lo que ya ha pasado a ser urgente en
el caso Venezuela.
Una parte de la responsabilidad de las elevadas cuotas de
insatisfacción que hemos alcanzado en la Venezuela del siglo XXI,
recae en la sociedad misma, quien de manera tardía se involucró en
los asuntos que le afectaban, el: “Yo no me meto en Política” era
frecuente escucharlo, hasta que les tocó, también si lugar a dudas, es
muy probable que se haya generado a causa de los últimos 22 años
de mal gobierno que vivimos, pero por una parte, también una cuota
de ello la tienen, las redes y noticieros nos bombardean con noticias
generalmente negativas respecto a lo que nos ocurre.
Titulares que resaltan los estragos de la crisis, el desempleo y las
injusticias, así, vivimos en una época en la que, en teoría, todo es
posible, menos en nuestro país, sin embargo, en la práctica, sólo una
pequeña minoría logra alcanzar esos sueños, en unos casos dejando
atrás todo lo querido, familia, amigos y hasta una vida, ese contraste
tan grande, entre las posibilidades casi infinitas y una realidad
anónima, puede generar un profundo sentimiento de insatisfacción
crónica que trasladado al aspecto político y social tiene estancado
cualquier avance que tal vez nos haga salir de la oscura etapa en la
que nos encontramos, ojalá me equivoque.
Lo cierto es que se necesita llegar a un punto de equilibrio, que,
aunque no sea el óptimo, será el punto de partida, incluso dejando de
escuchar a muchas voces para poder buscar el enfoque necesario;
como necesario es también el dejar el cogollismo de oposición,
dando pie a que nuevos actores intervengan y aporten a lo que ya
para millones es más de lo mismo, lo que acentúa el clima de
incertidumbre, caos, amargura y crisis, así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R. @raguilera68
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