En los tiempos que hoy vivimos en Venezuela, con la tragedia
humana que se observa día tras día, no deja de llamar la atención la opulencia
y hasta el cinismo que derrochan muchos en el alto gobierno de la “República
Bolivariana”; es sencillamente increíble en algunos casos como abiertamente los
llamados “enchufados” o protegidos por el gobierno y otros directamente
beneficiados de toda esa desigualdad, no quisieran que el país cambie, por el
contrario que permanezca como está o quizás peor, para continuar desangrando a
la nación.
Mientras por un lado sucede lo que les explico, por otra
parte con el paso de las horas todo se deteriora, enmarcando a nuestro país en
el concepto de Estado fallido, que es una idea contemporánea que da cuenta
básicamente de las problemáticas, deficiencias e imposibilidades de ciertos
Estados para responder a las diversas demandas que hacen sus ciudadanos.
En el caso Venezolano específicamente, se materializan todos
los escenarios y se le agrega además el acto en el que el propio estado se
opone a sus ciudadanos con violencia y
el uso desproporcionado de la fuerza, cuándo dicho estado ya no tiene elementos
de valor para responder.
Vale la pena recordar que fueron los internacionalistas
Herman y Rartner, a principios de la década de los años noventa, los primeros
en utilizar el concepto de Estado fallido, los analistas presentaron un nuevo
modelo a través del cual un Estado llegaba a ser totalmente incapaz de
mantenerse como un miembro de la comunidad internacional, con derechos pero
también con deberes al no poder responder con eficiencia y eficacia a las
demandas de sus gobernados.
Cabe destacar que según estos autores, un Estado fallido se
configuraría al presentarse el escenario, en el cual dicho estado colocara en
peligro a sus propios ciudadanos y con esta acción amenazaría a sus Estados
vecinos, a causa del flujo de refugiados, inestabilidad política, conflictos y
otros factores determinantes; por cierto, si les parece conocida la
descripción, es justamente porque nuestro país se enmarca en el análisis
teórico que les explico y eso mis respetados lectores es muy grave.
Me atrevo incluso a agregar que no solamente el régimen del
señor Maduro es simplemente un estado fallido, es además un gobierno
sinvergüenza y lo es porque ante el cumulo de situaciones que se presentan a
diario, tales como: protestas por falta de alimentos, de insumos básicos, de
medicinas, por cortes eléctricos, por fallas en el suministro de agua y otras
que no vale la pena mencionar, se burla de sus ciudadanos, de todos, incluso de
aquellos quienes votaron ilusionados por el proyecto ¨Revolucionario del Siglo
XXI¨ y fueron engañados, es un gobierno que busca evitar las protestas
utilizando la fuerza pública, al mismo tiempo que manejando a su antojo las
instituciones que son de todos los venezolanos y que mantiene dominadas
justamente por el modelo prácticamente dictatorial que ejerce, impidiendo que
existan las válvulas de escape naturales,
bloqueando todos los caminos pacíficos, con el único fin de perpetuarse
en el poder.
Es muy preocupante y hasta triste diría yo, darnos cuenta
como el día domingo próximo pasado, el órgano rector de los procesos
electorales (CNE), efectuó un “simulacro” en el cual muchos de quienes
manejaron y controlaron dicho evento, estaban abiertamente uniformados con
ropas plenamente identificadas con el candidato y el partido político de
gobierno, manipulando todo el material que debería estar bajo la custodia y
manejo “imparcial” de personal del ente electoral; ésa es la degradación y el
control institucional del que hablamos; ésa es la manera de gobernar a el país
que fue faro de democracia para toda Latinoamérica 30 años atrás.
Para poder enfrentar lo que aquí sucede y el panorama que
cada vez luce menos alentador, todos los que queremos que esto cambie debemos
hacer un acto de conciencia ciudadana, hacerlo como aporte fundamental en el
intento de ser mejores cada día, también
por nuestros hijos a quienes a cada momento inculcamos valores y para quienes
deseamos un futuro mucho mejor que el actual presente, finalmente por un país,
que aun siendo saqueado y golpeado, que sigue siendo noble y espera lo mejor de
su gente.
La anterior reflexión obedece a la necesidad ya inocultable
de una mayoría que desea un cambio para Venezuela y que teniendo la posibilidad
de lograrlo por un mecanismo cierto y constitucional, se topa con la realidad
de un gobierno que por todos los medios coloca trabas y obstruye el curso
natural de un proceso anhelado por muchos.
Por lo pronto como todo lo que inicia también termina, cada
acto que ejecute el presente mal gobierno y que vaya en contra de los derechos
humanos fundamentales, no prescribirá y los responsables tendrán que enfrentar
a la justicia tarde o temprano, de eso que no quede duda; entre muchas cosas
por irresponsables, por antidemocráticos, por tener doble moral y sobre todo
por sinvergüenzas, así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R. @raguilera68
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